Me llamo Albert. Comencé a sospechar que mis padres eran unos monstruos mucho antes de conocer a Berta Vogler en Grasberg. Seguramente me engañé a mí mismo a lo largo de ese tiempo. Nadie en su sano juicio se habría alegrado de crecer junto a unos progenitores sanguinarios. Así que traté de obviar ciertos detalles de mi familia para llevar una vida aparentemente normal. Mis colmillos, sin embargo, siempre me acomplejaron. Sin duda, el panoli de Erik Vogler contribuyó a cuestionar mi naturaleza y mis propios orígenes.
RESEÑA
LA BRUJA DE BERCHTESGADEN
Me llamo Albert. Comencé a sospechar que mis padres eran unos monstruos mucho antes de conocer a Berta Vogler en Grasberg. Seguramente me engañé a mí mismo a lo largo de ese tiempo. Nadie en su sano juicio se habría alegrado de crecer junto a unos progenitores sanguinarios. Así que traté de obviar ciertos detalles de mi familia para llevar una vida aparentemente normal. Mis colmillos, sin embargo, siempre me acomplejaron. Sin duda, el panoli de Erik Vogler contribuyó a cuestionar mi naturaleza y mis propios orígenes.
Con tu consentimiento, nos gustaría usar cookies y tecnologías similares para mejorar tu experiencia con nuestro servicio para estadísticas y fines publicitarios. Encontrarás más información en nuestra Política de cookies