Los seres humanos, sostiene este libro, no hemos inventado la novela: es la novela la que nos ha inventado a nosotros. Pero ¿qué nos dan las novelas que no nos puede dar ninguna otra forma narrativa? ¿Qué lugar ocupan en nuestras vidas como individuos y como sociedades? ¿Por qué son, según Vásquez, una manera irremplazable de investigarnos a nosotros mismos, y cómo llevan a cabo sus sortilegios? De Cervantes a Conrad, de Tolstoi a Vargas Llosa, de Proust a Camus, estos ensayos proponen un elogio de ese género proteico y también, entre líneas, un lamento por su situación presente en un mundo que se le ha vuelto hostil. Un novelista que escribe ensayos, y en particular si esos ensayos hablan del arte de la novela, es como un náufrago que manda coordenadas: quiere decirles a los demás cómo pueden encontrarlo. También, por supuesto, quiere encontrarse a sí mismo; en otras palabras, saber cómo debe leer las novelas que escribe. El ensayo es una exploración, una tentativa, una averiguación, y el novelista escribe para descubrir y trazar los límites de sus conocimientos y la forma de sus certezas. En ese sentido, podría decir uno, es un género confesional.
RESEÑA
VIAJES CON UN MAPA EN BLANCO
Los seres humanos, sostiene este libro, no hemos inventado la novela: es la novela la que nos ha inventado a nosotros. Pero ¿qué nos dan las novelas que no nos puede dar ninguna otra forma narrativa? ¿Qué lugar ocupan en nuestras vidas como individuos y como sociedades? ¿Por qué son, según Vásquez, una manera irremplazable de investigarnos a nosotros mismos, y cómo llevan a cabo sus sortilegios? De Cervantes a Conrad, de Tolstoi a Vargas Llosa, de Proust a Camus, estos ensayos proponen un elogio de ese género proteico y también, entre líneas, un lamento por su situación presente en un mundo que se le ha vuelto hostil. Un novelista que escribe ensayos, y en particular si esos ensayos hablan del arte de la novela, es como un náufrago que manda coordenadas: quiere decirles a los demás cómo pueden encontrarlo. También, por supuesto, quiere encontrarse a sí mismo; en otras palabras, saber cómo debe leer las novelas que escribe. El ensayo es una exploración, una tentativa, una averiguación, y el novelista escribe para descubrir y trazar los límites de sus conocimientos y la forma de sus certezas. En ese sentido, podría decir uno, es un género confesional.
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