Es la historia de un talentoso arquitecto y maestro de obras de Valencia, Rafael Guastavino, que viaja a Nueva York en 1881 en busca de triunfo, huyendo de deudas, de un matrimonio deshecho y de falta de trabajo. Llega con su nueva familia a uno de los barrios más pobres, donde empieza la lucha por demostrar su talento en la gran urbe. Gracias a su  genio, arrojo y perseverancia alcanza fama y fortuna: construye edificios emblemáticos de Nueva York. Este singular personaje es un auténtico artista de la construcción que deslumbra a los grandes magnates norteamericanos con las técnicas que emplea en sus obras para evitar los incendios que era el mayor mal de las ciudades del siglo XIX. Diseña cúpulas y estructuras “que aguantan estoicamente cualquier incendio o derrumbe sobre sí.  Técnicas de construcción tradicionales del Mediterráneo”. Se desarrolla así una historia simbiótica entre padre e hijo que tienen la misma profesión.

            La novela es narrada en primera persona, desde el punto de vista del hijo del gran personaje, Rafael Guastavino, quien lleva su mismo nombre. La historia la conocemos por él, la forma cómo el hijo mira a su padre, al dios de su niñez, y conforme crece, cómo el colosal héroe va cayendo al terreno frágil y humano, un padre con sus mentiras, su falta de equilibrio en medio de la genialidad, pero también con enorme voluntad para triunfar con sus diseños. Cuando llega a la adolescencia el narrador “intenta recomponer su mundo roto, porque es difícil vivir sin comprender”.

            El español Juan Eslava Galán hace un recorrido didáctico y dinámico, con dosis de humor e ironía por la historia del mundo, desde el capítulo llamado “El planeta de los simios” hasta “El ocaso de occidente”.  Son 125 apartados que describen los acontecimientos más significativos de la historia universal; el autor hace hincapié en las irracionalidades y paradojas que ha vivido el ser humano a lo largo de la historia.  El libro es más que una cronología de acontecimientos, es un acercamiento a una comprensión sencilla y con un toque de humor negro para conocer quiénes somos, qué épocas hemos vivido, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

            Pablo Neruda es el poeta de la naturaleza.  Fue marcado en su infancia con el contacto del paisaje de Temuco, su ciudad natal. En su obra recrea las imágenes de su experiencia temprana e imita los procesos naturales en una actitud creadora.  Su poesía es un continuo retorno al origen: la tierra es para Neruda la generadora y regeneradora de la vida.  A partir de la identificación con lo telúrico el poeta desarrolla  conocimiento, amor y registro de todo lo natural.   

            Memorial de Isla Negra es la contraparte poética de las memorias en prosa de Confieso que he vivido.  El  poeta chileno escribió esta autobiografía para celebrar sus sesenta años de vida; hace un recorrido con recuerdos y sucesos de su vida.

            La poesía de Neruda es englobante y totalizadora.  Esto lo logra a través de  las manifestaciones concretas e inmediatas de toda la vitalidad cósmica. La noche, el viento, los ríos, todo está carnalmente ligado a la vida humana.  Se identifica  con las fuerzas naturales, con la génesis y la destrucción, que lo elevan y lo devuelven a la realidad primaria y básica, a la unidad del principio.

            El escritor Murakami y el músico Ozawa mantienen una serie de conversaciones sobre el mundo de la música:  los grandes directores y compositores de la historia.

            Música, sólo música está dirigido a lectores que tienen gran  interés en la música clásica o quieren acercarse a ese mundo.  Osawa explica la lectura de partituras, la manera de dirigir de algunos directores, el ritmo de los instrumentos en las orquestas.

            En este diálogo muy cercano entre el escritor japonés Haruki Murakami y su coterráneo el músico Seji Ozawa, se destaca el camino solitario que transitan por la naturaleza de su trabajo.  Según Murakami, en las dos actividades el ritmo es clave: “si uno no desarrolla cierto oído musical no será capaz de construir bien las frases.  La música mejora la escritura y la escritura el oído”.

            A partir de esta experiencia, la editorial TusQuets ha elaborado una lista en Spotify con las reproducciones de las obras comentadas en estas charlas.

            El conocido biólogo israelita  Daniel Chamovitz ofrece una perspectiva de cómo las plantas experimentan su entorno, desde la percepción de colores, luces y sombras, hasta los aromas que las envuelven; saben cuándo las tocan y diferencian los diferentes tipos de contacto.

            “Desde un punto de vista amplio, compartimos biología no sólo con los chimpancés y los perros, sino también con las begonias y las secuoyas.  Y al admirar nuestro rosal en plena flor deberíamos ser conscientes de estar mirando a un primo muy lejano, de que ese rosal es tan capaz de discernir entornos complejos como nosotros, y de que compartimos genes”

            El autor nos alienta a pensar que las plantas podrían ser conscientes de su entorno.